ES LA CULTURA, ESTÚPIDO

La inmigración siempre ha sido un asunto molesto para la izquierda europea. En realidad es un asunto molesto para muchos europeos , a secas. Pero los partidos progresistas de España, Francia o Reino Unido se revuelven en su silla cada vez que toca hablar del extranjero. Cualquier político de la izquierda, cuando se sincera, confiesa sus miedos. Teme que al hablar de la inmigración como un aporte enriquecedor o como un proceso inevitable, su electorado lo castigue. Parten de un dato real: una corriente social cada vez más potente y numerosa no quiere convivir con la inmigración, no quiere que cambie su barrio, su distrito, su ciudad o su país. Lo quiere tal como está. Seguramente a todo eso no es ajeno el hecho de que gran parte de la población europea sea mayor, vitalmente precavida ante los cambios. La presencia del extranjero activa ansiedades de muy diverso tipo. La subida electoral de los grupos de extrema derecha aprovecha este estado. La sensación de...