3 LECCIONES DE UNA CRISIS: OBAMA Y LOS NIÑOS MIGRANTES DE LA FRONTERA

Hace 14 años un niño llamado Elián González llegaba a las costas de Florida desde Cuba. Era un balsero cuya madre había muerto en la travesía. Con la ropa aún mojada, Elián se convirtió en icono de una campaña impulsada por los cubanos de Miami. “Salvemos a Elián” quería lograr que el chico se quedara en EEUU, que era como meterle un gol a Fidel Castro. Se decía que lo salvaron delfines. Iluminado por una luz celestial, la cara de Elián estaba en cada restaurante, cada cafetería, supermercado o santería de la calle 8 de Miami. La historia de los delfines hizo llorar a más de uno aunque seguramente pocos la creían. Pero en política, como pasa con la Biblia, la metáfora amplía la audiencia. Dios (los delfines) había ayudado a Elián a huir del comunismo. Faltaban unos meses para las elecciones, Clinton se despedía del poder y Bush lo disputaba metro a metro. El caso de Elián se convirtió en un tema electoral. Los republicanos exhibían al chico como una cruzada...