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Karma instantáneo: La polarización suele quemar a los que juegan con ella

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A veces me siento con mi nieto a ver en You Tube un canal de gaming sobre accidentes de autos extraordinariamente realistas. Un momento de la simulación que nos atrapa es cuando aparece un coche que avanza por la banquina a 170 km hora, una moto desprecia la línea continua o un deportivo adelanta en una curva peligrosa y, pocos segundos después, reciben todos ellos la devolución del universo: se estrellan irremediablemente. Son los accidentes de “karma instantáneo”.  La polarización está buena para aumentar seguidores, para llamar la atención y, eventualmente, para ganar las elecciones. Incluso está buena para poner en evidencia anormalidades o errores crónicos. Hasta para simplificar debates e ir al grano de las opciones reales que tenemos delante. Todo lo que simplifique suele tener buena salida en el mercado: “estás de un lado o estás del otro”, “no hay lugar para los tibios” y todo el combo de frases obvias, tan hechas como vacías.  La cuestión con la polarización es que...

La narrativa de la responsabilidad o el arte de dar pronto las malas noticias

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  Un gran desafío para el nuevo presidente: tomar las decisiones simbólicas necesarias que mantengan el idilio con su electorado, pero al mismo tiempo tender puentes de diálogo que necesitará para hacer reformas profundas En la noche del triunfo electoral de Javier Milei vimos dos imágenes de una nueva narrativa.   La primera la generó el propio presidente electo, con una escenografía distinta. Lejos de la fotografía partidaria del peronismo o del radicalismo en las noches electorales, lejos de la alegría pueril de los globos amarillos del PRO, los signos de Milei fueron un escudo institucional estilo presidencia norteamericana y una solemne soledad.   La otra imagen fue una escena fugaz: militantes libertarios, ultras o ultralibertarios, sea cual sea la denominación preferida, celebrando en el entorno del Obelisco y, a la japonesa, levantando papeles del suelo, limpiando la calle tras la fiesta de su triunfo.  Eran chicos jóvenes, parte de la nueva generación que ...

Resignación en el callejón argentino

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Los vecinos de la calle Nueve York, símbolo de la industria de la carne y corazón del peronismo, esperan el desenlace electoral sin hacerse muchas ilusiones Llega el alivio. Faltan horas para la segunda vuelta de las elecciones en Argentina y después de una campaña de 300 días, miles de carteles, decenas de frases hechas, paupérrimas propuestas y una buena dosis de agresividad, la única certidumbre de los argentinos ahora mismo es que, al fin, esto se termina, gane quien gane. También hay expectativa. Como en todo el país, en esta calle diminuta de Berisso, sur industrial de Buenos Aires, bautizada “Nueva York” como si fuera una declaración de aspiraciones, los vecinos esperan que algo pase. Una esperanza moderada, es cierto.   No es esa clase de pasión que te estremece cuando tus jugadores favoritos son los que están en la cancha. Esto es lo que hay y Drexler nos recuerda que “no se va a poner mucho mejor”. Calle Nueva York, tiendas olvidadas Como la manta del vendedor, sobre los ...

¿Micromilitancia o macromanipulación?

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Una artesana enseña su bordado con la frase “Milei Te odia”. Una manicura pinta uñas con la misma leyenda. La hija de una sobreviviente de la dictadura enumera en un recorrido del subte las razones para no votar a Milei. Debajo de la puerta de casa aparece una nota escrita a mano que advierte el peligro de Milei para la educación pública. Un médico jubilado muestra su alarma: la sanidad pública desaparece si gana Milei.  Todas estas acciones, más o menos naturales, más o menos guionadas,   integran la llamada “micromilitancia”. Micromilitancia, microactivismo, campaña inorgánica… todo un mundo de sinónimos para denominar lo mismo: una interacción entre la oferta política del candidato y el ciudadano que debe consumirla. Hasta ahí, no es más que la política de siempre con nuevas y más atractivas denominaciones. Acciones espontáneas de ciudadanos individuales que tratan de multiplicar la voz de su propuesta política. Nada nuevo: reunirse en el bar, dialogar en la plaza, pintar c...

Elecciones Argentina 2023: La grieta en el lenguaje

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L a edad promedio de los argentinos está entre  32 y 34 años . Apenas una media estadística, es cierto, pero ayuda a visualizar el destinatario de la narrativa política en esta larga, muy larga, campaña electoral. Esbozo de su retrato vital: infancia en los 90, entre una bonanza tan visible como artificial. Felices sobremesas familiares y, para algunos, compras en  Miami . La pobreza subía, pero seamos sinceros:  ¿quién piensa en la pobreza en medio de la fiesta?  La política decía: "Olvidate de todo, nosotros nos encargamos". A los  10 años , en la crisis del 2001, el chico ya escuchaba conversaciones en casa sobre quiebra, deudas y precios. De la fiesta a la resaca. En la televisión, fuego y violencia, gente como sus padres golpeando en las puertas metálicas de los bancos. En barrios, plazas o radios sonaba "¡que se vayan todos!". La política decía: "Calma, lo podemos arreglar...", aunque sin mucho convencimiento. A los  15   años , y tras ...