¿CUÁNTOS VOTOS DEBE HOLLANDE A LOS INMIGRANTES?
¿Cuántos votos le deberá Hollande
a los descendientes de inmigrantes y a los muchos colectivos que habitan Francia, desde argelinos a nigerianos, desde camboyanos hasta haitianos?
La campaña electoral francesa y el choque
televisivo del pasado 2 de mayo mostraron la inmigración como un objeto de
debate, que viene siendo la forma europea de ver la cuestión extranjera. Pero si por un momento nos detenemos en
la población inmigrante como un sujeto en el debate
político europeo, la perspectiva cambia. Y algunos líderes políticos, como
Hollande, parecen haberlo entendido.
Empecemos por un mito que los
datos confirman: la inmigración vota izquierda (aclaremos que para sintetizar englobamos en el término "inmigración" un amplio conjunto de población que no siempre lo es estrictamente: son los inmigrantes y son sus hijos, que han nacido en Francia . Hay estudios de diferentes
colores y matices, pero son mayoría los que están resaltando que la población
inmigrante se inclina por las opciones políticas que menos la estigmatizan.
En Estados Unidos, lo hemos visto
en este blog, varias encuestas resaltan el cambio demográfico en el país y las
dificultades de los republicanos en remontar esa realidad en varios estados.
En Francia, un documento titulado
“La fabrique du citoyen. Origines et rapport au politique en France” de Vincent
Tiberj y Patrick Simon del Ined (Instituto Nacional de Estudios Demograficos) analiza la relación entre el origen étnico o
nacional y el sentido del voto: dime donde naciste y te diré a quien votas.
Algunas conclusiones nos indican que en la ajustada de victoria de
Hollande la mano del extranjero quizás haya tenido un papel más que anecdótico.
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Niqab francés. Foto de Noticias Vina |
Primera conclusión: aunque
ligeramente, el interés por la política de los inmigrantes que llegaron
adultos, de los que llegaron niños, de los descendientes de parejas inmigrantes
o de los descendientes de parejas mixtas es mayor que el del resto de la
población.
Segunda conclusión: la mayor
parte de la población originaria de Norte de África, África Subsahariana,
Latinoamérica, España, Portugal se inclina por el voto a la izquierda. Entre los inmigrantes del África subsahariana, más de un 32% se inclina por el Partido Socialista y más de un 45% entre sus descendientes. Datos similares arroja la importante colectividad argelina: un tercio entre los primeros inmigrantes se inclina por la izquierda y casi el 50% de sus descendientes. Es raro el caso de una colectividad que supere el
10% de votantes por Sarkozy o por Le Pen, salvo en el caso de los inmigrantes
adultos del sudeste asiático, entre quienes derecha, centro e izquierda guardan
una misma proporción. El electorado que no se manifiesta es muy amplio en todo caso. Sea como sea, una parte muy importante (considerando que un 89% está inscrito en el censo electoral) de los descendientes de inmigrantes
nacidos en Francia y, por tanto con pleno derecho a voto, se ha inclinado por Hollande.
Tercera conclusión: ¿qué tiene la
izquierda para atraer el voto inmigrante? Hasta ahora los
hechos demuestran que los partidos socialdemócratas en Europa son tan capaces como los de derechas de
políticas duras, elocuentemente duras, ante la inmigración, a veces por
convicción a veces por puro interés electoral. Casi siempre por las dos. El propio Hollande fue moderando
su discurso durante la campaña respecto a la inmigración para no asustar a una
gran parte de la sociedad francesa irascible ante el inmigrante. Incluso se
permitió, en el debate televisivo, acusar a Sarkozy por el supuesto coladero
que supuso su mandato: 200.000 inmigrantes por año, según Hollande.
Sin embargo hay algo que pesa de
modo muy profundo en el voto del extranjero y que se está produciendo en
Estados Unidos según algunos trabajos que apuntan en esta dirección: cuánto más
me estigmatices, más me rebelo.
Así el discurso anti inmigración
que la derecha exhibe como mecanismo de conquistar las clases medias más
decepcionadas, provocaría que aumente el caudal de voto "étnico" de la izquierda, siempre
y cuando lo sepa manejar. Lo que no sucede tantas veces. La pregunta que inicia el párrafo no se responde, por tanto, con lo que tiene la izquierda sino más bien con lo que le sobra a la derecha y que le puede pasar futuras y mayores facturas. El inmigrante, ante los ataques, tiende a desarrollar su instinto de supervivencia y rebelarse contra quien lo discrimina, en el discurso sobre todo. Algo que podría tirar por tierra la tésis más socorrida de la mayor parte de los socialdemócratas españoles: la inmigración no da votos. No los da entre una parte de los locales, pero sí los da, y los dará, entre los inmigrantes. Se abren las calculadoras; a ver quién da más votos.
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