DESAHUCIOS EN ESPAÑA: AZIZ CONTRA GOLIAT
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Un inmigrante de Guinea-Bissau que resistió varias embestidas judiciales para desahuciarlo. Fotografía de Claudio Álvarez (Diario El País) |
Mohammed Aziz es un obrero marroquí que vive en España con sus dos hijas y su esposa. Jamás hubieras conocido su nombre sino fuera por una vieja historia de la humanidad en la que el débil a veces vence al fuerte, a pesar su pequeño lugar en el mundo. Ojo Goliat, David siempre está ahí.
El 20 de enero de 2011, una comitiva
judicial se dirigió al domicilio de Mohamed Aziz y expulsó a toda la familia de su casa. Los Aziz se quedaron sin casa en menos de 10 meses. Uno de los casi 350.000 desahucios que hay en España desde 2007 (cierto que muchos son embargos de locales o segundas residencias y no la vivienda). Aziz se puso en contacto con un abogado y éste encontró un camino inexplorado: pidió
la nulidad del contrato de préstamo por cláusulas abusivas. El juez admitió a trámite la demanda y elevó una pregunta ante el
Tribunal de Justicia de la UE, mientras suspendia temporalmente el proceso para
preguntar a Luxemburgo si el ordenamiento jurídico español “cumple con
el marco jurídico de protección a los consumidores frente a cláusulas
abusivas".
Aziz no era un recién llegado. Llevaba mucho tiempo en España. En 2003,
pidió un préstamo para comprar su vivienda. Tres años más tarde, la
empresa donde trabajaba como soldador le hizo fijo. En 2007 decidió volver a hipotecar su casa con otra entidad bancaria:
Caixa Tarragona. El contrato contenía una serie de cláusulas que, ahora, la
abogada general del Tribunal de Justicia de la UE, Juliane Kokott, ha
considerado abusivas. Entre otras cosas, el contrato establece que, si
Aziz deja de pagar una cantidad, el banco le aplicará unos intereses del
18,75% “desde el día siguiente a aquel en el que se haya tenido que
hacer el pago”.
La demanda que inició Aziz puede ser histórica. En caso de
que la sentencia del Tribunal de Justicia de la UE confirme que la
norma, de principios del siglo XX, no garantiza la protección a los
consumidores, el obrero marroquí sería uno de esos ciudadanos que sólo precisan del tesón para poner en jaque al poderoso.
que historia más linda!!!!
ResponderEliminarconocí muchos marroquíes durante los 5 años que viví en España... solo gente fina!
Arriba Mohammed!!!