EUROPA SIN VÍNCULOS: los disturbios en Suecia tienen más que ver con el aislamiento social que con la inmigración
Los
protagonistas de las revueltas en el barrio sueco de Husby no tienen más de 18
años. Husby es el típico decorado suburbial de cualquier gran capital europea.
Puede que los edificios o los arquitectos no tengan culpa alguna de la miseria
que se respira en esos barrios pero sin duda son excelentes ambientaciones para
la desesperación.
Es una barriada triste de Estocolmo en la que un 82% de sus
habitantes es extranjero o tiene un pariente cercano de origen inmigrante. Hay tres veces más desempleos en Husby que unos 15 minutos más al sur, en pleno centro de
Estocolmo. Casi todos esos chicos ya no están en la escuela o por lo menos
perdieron la confianza en la escuela a la que van. Tampoco trabajan los que
tienen edad. Son habitantes de un limbo en el que suelen ahogarse de
aburrimiento: “Aquí todos los días son iguales” repite como un mantra uno de
estos hijos de la desesperación.
De
nuevo, como sucedió en el Reino Unido en 2001 cuando 500 paquistaníes y
policías británicos se enfrentaron en Bradford, o en 2005 en un París con
10.000 hogueras en los suburbios, o en Londres, en Milán, en Bagnolet, en
Elche, en Malmö, buscamos explicaciones, entender lo que sucede.
Y entonces
aparece la inmigración, que parece explicar casi todo, sobre todo si es malo.
Toma cualquier caso. El esquema se repite. Un extranjero muere. Casi siempre
joven. La mayor parte de las veces en una persecución policial. El rumor se
extiende por el barrio. La rabia de todos los días porque no hay trabajo,
porque no llega nunca la buena noticia, porque pasa de todo pero nunca pasa
nada cristaliza en un solo mensaje: ojo por ojo. Se difunden las consignas más
rápido que el fuego y entonces estalla todo por los aires. Tras cuatro o cinco días, las cosas vuelven al mismo lugar de siempre.
Pero encontrar en la inmigración explicación para lo que sucede es una conclusión errada. Recuerda un chiste que tras recordar
que el whisky con hielo es malo para el corazón, el vodka con hielo malo para
los riñones y el brandy malo para el higado afirma que el elemento nocivo es indudablemente el hielo.
No
nos engañemos más: no se trata en realidad de inmigración o de extranjeros y
tampoco se trata de desempleo o fracaso escolar. En realidad se trata de los vínculos en la comunidad y de cómo se han roto.
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Policía en Husby, Estocolmo |
Casi nadie ayuda a nadie. Casi nadie importa a nadie. Las relaciones están en el trabajo y apenas en el
barrio. La familia cada vez está menos presente.
Lo que define permanentemente
nuestra trayectoria es la relación con el mundo que nos rodea. Y el mundo, en los barrios
como Husby, es un lugar muy triste.
Para chicos de 13 y 14 años no existe la
relación laboral y tampoco la escuela forma parte de su círculo. Su identidad
sólo es ser un chico de un barrio difícil. No se trata (no solamente, al menos)
de ser inmigrante. Se trata de que en esos barrios, que son los escenarios donde
se materializa el aislamiento, "da la casualidad" que viven inmigrantes.
La
crisis, como todas las crisis, sólo ayuda a ver la infección o detectarla, pero
no es la causa. El vínculo roto en las ciudades europeas con centros bellísimos
embalsamados y convertidos en momias de exposición, con suburbios residenciales –
ricos o pobres - aislados, sin
arraigo ni relaciones ni conversaciones, viene desde hace mucho tiempo. Pero los
políticos no están hablando de eso. El debate político de la crisis gira sobre temas
como el déficit, la austeridad, la privatización, quién debe pagar más impuestos y cuáles son las prioridades.
Pero
en las barriadas como Husby en Estocolmo o Bagnolet en París suceden otras cosas,
más profundas y desde hace mucho más tiempo. En esas barriadas, por ejemplo, se
percibe el fracaso del sistema educativo, la incapacidad para dialogar las
diferencias en sociedades cada vez más heterogéneas, la falta de vínculos que
nos convoquen a estar juntos y conocernos, el vacío de las plazas y las calles como lugares para debatir y
discutir asuntos.La ausencia de presentaciones mutuas. Entre todos, logramos
quebrar mínimas normas de urbanidad que sirven para sobrevivir: presentarse,
arreglar las cosas hablando, confianza en el vecino, ayuda con empatía al que lo
necesita (y no sistemas de ayuda social que convierten en cosa lo que antes fue
un ser humano).
De
tal forma que, si por un solo minuto, prescindimos de la inmigración como
explicación plausible para toda revuelta que se desata en las calles de Europa,
podríamos encontrar palabras que en nada recuerdan a "musulmán", "negro", "chino" o "latino".
Degradación
en los edificios
Los
barrios donde estalla la violencia son grandes conjuntos de pisos en inmuebles
de alquiler barato. La arquitectura de edificios en altura y alineados surge en
la periferia de las ciudades para dar vivienda rápida a los inmigrantes que
llegaban en los años 1950 y 1960. Eran edificios express: se degradaron con rapidez debido a materiales de
calidad mediocre, mal terminados por la urgencia en la construcción, falta de
mantenimiento, comportamientos asociales de algunos habitantes, mala insonorización, degradación de las escaleras, averías constante
en los ascensores cuando existen, grupos de jóvenes ocupando las entradas a los
edificios, abandono de los espacios verdes...
Aislamiento en el barrio
Los
vecinos a los que les va mejor se van de esos barrios. Son inmigrantes o
locales, pero están cansados de un barrio que deprime al más emprendedor. No hay
nada épico en los códigos del barrio: hay delito, insolidaridad, impunidad e
inclemencia con otros vecinos. La policía entra en ese territorio como en una
zona de batalla. El estado es un señor de negro, armado hasta los dientes, al que no le vemos la cara y cuando se la vemos nos grita: Eh tu, negro!"
Los que no tienen más remedio que vivir en esos barrios
sienten cada vez con más intensidad la sensación de encierro: la claustrofobia
de la periferia.
Escuelas incapaces
Los
chicos dejan la escuela en estos barrios. Casi todas las revueltas tienen como
protagonistas a los llamados “Ni-Ni”, jóvenes sin estudios ni trabajo. Cada
sociedad crea a sus categorías de perdedores. A unos los hace buenos y
destinatarios de las simpatías ("los sin techo") y a otros los hace malos y
destinatarios de todos los exorcismos sociales (los jóvenes encapuchados y violentos). Lo
cierto es que son muchos así que hay algo que parece no funcionar en el sistema
educativo. ¿Qué se
les ha enseñado?, ¿qué valores se les debían haber inculcado? Desde los
16 años, incluso antes, se ven excluídos del lugar de formación que es la escuela para encontrarse de inmediato sin perspectivas de empleo y
de ingresos, sin oficio y sin orientación, en hogares llenos de angustia y
enojo con padres apenas cuarentones y ya derrotados.
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Estación de subte de Husby |
Vínculos
rotos
Lazos
y estructuras sociales que cohesionaron siempre las ciudades obreras antiguas y
que se volvieron a tejer y reconstituir en las nuevas barriadas surgidas entre los
cincuenta y setenta están resecos. La reunificación sistemática de poblaciones
que tienen en común la pobreza hizo desaparecer la mezcla de categorías socio-profesionales
y los intercambios beneficiosos: el vecino sin empleo al que otro vecino
encontraba trabajo en su fábrica es una imagen inexistente ya. La
homogeneización de las condiciones sociales se acompaña con la concentración de
familias de inmigrantes, contribuyendo a la multiplicación en ciertos barrios
de comunidades religiosas o étnicas. El repliegue sobre sí mismas y las
dificultades de relación entre unas y otras contribuye al fraccionamiento
social y a la emergencia de intolerancias.
Segregación
como sistema
Relegados
a un periferia de las ciudades con mal servicio de transporte público,
enfrentados a precariedades y a una pobreza creciente,
desprovistos de servicios públicos y
abandonados por los médicos, las sucursales bancarias y los
comercios de uso cotidiano, esos barrios son zonas de
inseguridad, tierra sin ley donde las fuerzas del orden no van y donde ya no existe el monopolio del uso de la violencia por parte del Estado. Prosperan los tráficos ilegales (objetos robados,
drogas, armas...) mucho más lucrativos que los empleos mediocres e insignificantes que son el
destino de los adultos más relegados. Son estrategias propias de
supervivencia de la población, pero también un camino hacia el gueto y la segregación.
Más de una década en llamas
2001
Bradford, Reino Unido. 300 policías y 200 civiles heridos en violentos
enfrentamientos entre la población paquistaní y la policía
2003
Elche. España. Una revuelta contra las fábricas de calzado de inmigrantes
asiáticos se convierte en cacería de extranjeros
2005 Birmingham, Reino Unido. Un adolescente
muere tras las violentas revueltas en protesta por la violación de una niña de
raza negra, supuestamente por chicos de origen asiático.
2005 París,
Francia. Más de 10,000 vehículos y edificios públicos incendiados durante los
disturbios en barrios del conurbano parisino.
2007.
Copenhague, Dinamarca. Detenidas 200 personas durante los enfrentamientos entre
policías y jóvenes radicales en protesta por el cierre y desalojo de un centro
juvenil alternativo.
2008 Malmö,
Suecia. Cerca de 100 detenidos por las protestas por el cierre de una mezquita
y un centro cultural islámico.
2009 Londres, Reino Unido. Una marcha
antiislámica convocada en las inmediaciones de una mezquita en construcción
deriva en graves disturbios.
2009 Bagnolet,
Francia. Revuelta en el conurbano parisino por la muerte de un joven de origen
marroquí a manos de la policía
2010 Rosarno/Milán,
Italia. Ataques racistas perpetrados contra inmigrantes en Rosarno, en
Calabria. En Milán muere un inmigrante egipcio a manos inmigrantes
sudamericanos. Estalla una revuelta.
2011 Londres,
Reino Unido.
Cuatro
personas murieron y más de mil fueron detenidas en el Reino Unido por una ola
de violencia callejera que comenzó en Londres.
2013,
Estocolmo, Suecia
La
muerte de un inmigrante por disparos de la Policía en Estocolmo da lugar a una
ola de disturbios durante cuatro noches consecutivas.
Las revueltas de Suecia, como otras en otros países protagonizadas pro inmigrantes generalmente islámicos, tienen que ver con la fracasada y disparatada imposición oligárquica del multiculturalismo.
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